Tres jóvenes universitarias no quieren volver al piso del número 57 de
la calle General Margallo, Cáceres, después de la noche que pasaron allí el
pasado martes 18 de noviembre.
Cada una estaba acostada en su habitación cuando, pasadas las cinco de la madrugada, se despertaron sobresaltadas por fuertes golpes que alguien estaba dando en la puerta de entrada. Se levantaron asustadas y vieron como la puerta estaba rota desde el exterior. A golpes alguien había logrado hacer un hueco de grandes dimensiones a la altura de la cerradura. Introdujo la mano por el hueco, vieron como abrió la puerta y se metía en su casa un hombre con aspecto de loco que empezó a preguntarles dónde estaba una mujer. Ellas le gritaron que no podía entrar así en su casa, que no conocían a la mujer por la que preguntaba; pero el hombre siguió citando a la mujer, yendo de habitación en habitación. Las jóvenes reaccionaron con rapidez llamando a la policía.
Los agentes que acudieron al lugar señalando en su parte de incidencias que vieron la puerta del piso destrozada.
El hombre que entró en el piso como un vecino de esa misma calle, de 46 años, reconoció que había fracturado la puerta porque, tras llamar insistentemente al timbre y comprobar que nadie le abría, entró usando la fuerza porque estaba buscando a una mujer con la que había mantenido una relación.
«Ella trabajaba en el bar que está aquí, en el 'J.P. 57'. Se marchó hace unos años, pero Andrés se quedó 'colgado' de esa relación, y cuando no toma la medicación es agresivo y piensa que ella está escondida en una casa de la calle». Un vecino comenta.
Andrés está ahora ingresado en la Unidad de Psiquiatría del Hospital Provincial.
Calle General Margallo |
Cada una estaba acostada en su habitación cuando, pasadas las cinco de la madrugada, se despertaron sobresaltadas por fuertes golpes que alguien estaba dando en la puerta de entrada. Se levantaron asustadas y vieron como la puerta estaba rota desde el exterior. A golpes alguien había logrado hacer un hueco de grandes dimensiones a la altura de la cerradura. Introdujo la mano por el hueco, vieron como abrió la puerta y se metía en su casa un hombre con aspecto de loco que empezó a preguntarles dónde estaba una mujer. Ellas le gritaron que no podía entrar así en su casa, que no conocían a la mujer por la que preguntaba; pero el hombre siguió citando a la mujer, yendo de habitación en habitación. Las jóvenes reaccionaron con rapidez llamando a la policía.
Los agentes que acudieron al lugar señalando en su parte de incidencias que vieron la puerta del piso destrozada.
El hombre que entró en el piso como un vecino de esa misma calle, de 46 años, reconoció que había fracturado la puerta porque, tras llamar insistentemente al timbre y comprobar que nadie le abría, entró usando la fuerza porque estaba buscando a una mujer con la que había mantenido una relación.
«Ella trabajaba en el bar que está aquí, en el 'J.P. 57'. Se marchó hace unos años, pero Andrés se quedó 'colgado' de esa relación, y cuando no toma la medicación es agresivo y piensa que ella está escondida en una casa de la calle». Un vecino comenta.
Andrés está ahora ingresado en la Unidad de Psiquiatría del Hospital Provincial.
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